domingo, 4 de septiembre de 2016

"El peligro de realizar rotaciones de tronco con bastón
Muchos son los errores que cometemos habitualmente en el gimnasio, y es que o por falta de conocimiento o por realizar rutinas mecánicamente sin pensar en lo que hacemos solemos incurrir en fallos que pueden perjudicar a nuestro cuerpo. Un ejemplo de esto son las rotaciones de tronco con bastón.
Este ejercicio representa un mito en sí mismo, y es que hay mucha gente que piensa que es ideal para reducir grasa del abdomen, y otros muchos que lo utilizan para calentar todo el tren superior del cuerpo antes de realizar el ejercicio. Nada más lejos de la realidad, y es que detrás de este ejercicio, habitual para muchos de los que asistimos al gimnasio, se esconcen una serie de consecuencias nefastas para nuestra columna.
Es un ejercicio que fuerza a la zona lumbar, y es que esta parte del cuerpo no está preparada genéticamente para rotar tanto como nosotros queremos que lo haga con este ejercicio. Concretamente es una parte del cuerpo que solamente tiene una rotación estimada de 5 grados. Con este ejercicio lo que conseguimos es forzar las vértebras lumbares por medio de movimientos bruscos que pueden acabar en una lesión y en un deterioro progresivo de la zona.
A esta falta de movilidad propia hay que unir la limitación de movimientos impuesta por los ligamentos que se localizan en esta zona, y es que las dos últimas vértebras lumbares están sujetas fuertemente por ligamentos, de forma que se impide su movilidad. Lo que hace esto es que todo el movimiento se concentre en la tercera vértebra mientras realizamos las rotaciones, consiguiendo dañarla poco a poco.
Pero mientras realizamos este ejercicio no solamente forzamos la zona lumbar para que se mueva, sino que lo mismo hacemos con la pelvis, aunque lo contrario, y es que la obligamos a mantenerse quieta e inmóvil para, según pensamos, maximizar los resultados de este ejercicio. Esta inmovilización lo único que consigue es agravar el problema y los efectos que el ejercicio puede tener en nuestra columna, ya que si no movemos la pelvis aumenta aún más la presión que se ejerce sobre las vértebras lumbares.
Esta presión es la culpable de causar lesiones en los discos intervertebrales, pudiendo causarnos hernias discales. Como sabemos, la función de estos discos colocados entre las vértebras es la de amortiguar la presión que aguanta la columna y evitar daños en las vértebras. Pero cuando hacemos en ellos una presión inadecuada, como es el caso, podemos dañarlos y lesionarlos produciendo trastornos fatales para la salud de la columna.
Es importante que desterremos este ejercicio de nuestras rutinas, y es que es una práctica nada recomendable si lo que queremos es mantener una buena salud vertebral. Además, no está demostrado que cause los efectos que nos prometen, y si así fuera, pesa mal el daño que nos causa que el beneficio que nos va a proporcionar, ya que para conseguir reducir grasa del abdomen o calentar el tronco existen otros métodos más sanos.

http://www.vitonica.com/lesiones/el-peligro-de-realizar-rotaciones-de-tronco-con-baston

https://www.facebook.com/reyleoncio/posts/10201933295757058:0
Sería un paraíso para muchos. O como eran las cosas 15 o 20 años atrás, sin celulares ni wi-fi (y las mas antiguas ni radio ni TV) ni nada que pueda potenciar los diferentes tipos de cáncer (cerebro) a que estamos expuestos por la barbaridad de ondas que nos atraviesan.
A mi a veces me duele la cabeza cuando hablo por celular. Pero hoy en día es casi imposible vivir sin este artilugio maravilloso que usado adecuadamente es de mucha utilidad.

La ciudad de Green Bank, sin teléfonos móviles, televisión o wi-fi, el paraiso de los electrosensibles

Hay un pueblo en el oeste de Virginia, Estados Unidos, donde no se puede utilizar su teléfono móvil, no hay wi-fi, y el dial de la radio no se encuentra una señal.
Green Bank puede sonar como el infierno para algunos, pero la comunidad en línea (población 149) se ha convertido en una meca para las personas que dicen que sufren de hipersensibilidad electromagnética, Slate informes .

Es una enfermedad que los científicos no reconocen oficialmente, pero los que dicen que lo padecen experimentan dolores de cabeza, fatiga y náuseas de los campos electromagnéticos y las radiaciones que son reconocidos como seguros.

Así que el pequeño pueblo suena como el hogar ideal para los que sufren.

Rodeado de montañas, el pueblo está dentro de la Radio Nacional de Zona de Silencio EE.UU., donde está prohibida la radiación electromagnética, y que incluye la radio y TV, wi-fi, señales de telefonía móvil y Bluetooth.

La prohibición es para evitar interferencias con el mayor radiotelescopio dirigible del mundo , que tiene una placa de 100 metros y su alta sensibilidad capta las ondas de radio de todo el universo.

Sufre Diane Schou dijo listón e pensó unos 36 personas se habían trasladado a la ciudad para buscar refugio de la radiación.

http://www.gigahertz.es/blog/index.php?id=jsm4qmk7


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La mujer que subió a un árbol para evitar su tala y no bajó en dos años
“Nadie tiene derecho a robar al futuro para conseguir beneficios rápidos en el presente. Hay que saber cuándo tenemos suficiente…”
Cuando Colón pisó América por primera vez, Luna (una secuoya de 60 metros de altura) tenía ya 500 años. El 10 de diciembre de 1997 cuando su tronco sobrepasaba los 1000 anillos, el destino y una motosierra se cruzaron en su cepa. Julia Butterfly Hill, una activista de 23 años, decidió interrumpir lo inevitable y encaramándose al árbol impidió la inminente tala. Pasó 738 días entre sus ramas y sin poner un solo pie en tierra obligó a la compañía maderera, tras durísimas negociaciones, a indultar el árbol y a todos sus hermanos cercanos.
Luna es una de las milenarias secuoyas del bosque de la ciudad de Stanford en California. A finales de 1997 la Pacific Lumber Company irrumpió en la arboleda de 60 mil hectáreas para iniciar la deforestación de uno de los ecosistemas más importantes de la zona. Pero en su camino se topó con una tozuda mariposa.
Julia Butterfly Hill nació el 18 de febrero de 1974 en Arkansas. De familia muy humilde estudió en su casa hasta los 12 años. Su padre era un predicador itinerante y su casa una caravana que compartía con sus tres hermanos. La vida nómada y ambulante y la influencia paterna la educaron en la escasez y el pragmatismo.
La mariposa y Julia
Cuenta en su biografía que cuando era ya una adolescente, en una de las asiduas caminatas por la naturaleza con su familia, una mariposa aterrizó en su hombro y permaneció con ella durante todo el trayecto…metáfora de la aventura de su vida sirvió también para acompañar su nombre para el resto de sus días.
Pero fue con 22 años y una experiencia traumática a modo de grave accidente de tráfico lo que convirtió a Julia en la activista verde que conmocionó a un país entero. El percance dejó graves secuelas cerebrales que requirieron un lento proceso y terapia intensiva. La proporción y el valor del tiempo cambiaron para siempre en Julia que dedicaba sus largas horas de rehabilitación a la contemplación subversiva de los fastuosos bosques Californianos. La crisálida dejó paso entonces a la mariposa.
“Me adentré en el bosque y por primera vez experimenté lo que significa de verdad estar vivo. Entendí que yo formaba parte de aquello. Poco después supe que la Pacific Lumber Maxxam Corporation estaba talando esos bosques y mi confusión fue total. Contacté con la asociación Earth First, que hacía sentadas en los árboles para impedir su tala. Así conocí a “Luna”…”
La dura vida en el árbol
La vida en el árbol fue muy dura y cambió por completo a Julia. La idea era estar dos semanas hasta el relevo de un compañero. Pero éste nunca se produjo. Un pequeño equipo le suministraba con cuerdas y poleas los víveres necesarios para la travesía, incluyendo unos pequeños paneles solares para cargar el móvil con el que organizaba las entrevistas, captar adeptos para la causa o incluso hablar en directo con el senado norteamericano. Su pequeño hogar, a 50 metros de altura, consistía en una plataforma de tres metros cuadrados cubierta por una lona impermeable, un pequeño hornillo, un cubo con una bolsa hermética para hacer sus necesidades y una esponja con la que recogía el agua de lluvia o nieve para lavarse.
-“[…] Sí, la Pacific Lumber comenzó entonces a talar árboles a mi alrededor. Aparecieron helicópteros que me echaban chorros de agua. Quemaron los bosques durante seis días, el humo destrozó mis ojos y mi garganta, y me llené de ampollas. Luego montaron guardias día y noche para que no me pudieran suministrar comida. Acabe amargada, chillando, dando golpes, al borde de la locura. […] Para consolarme pensaba en las familias de Stanford que a causa de la tala del bosque se inundaron y se quedaron sin casa…” –Julia Butterfly Hill.
Pero lo peor estaba por llegar. En el invierno de 1998 una impresionante tormenta de más de dos semanas estuvo a punto de separar a Julia de Luna. Vientos racheados acabaron con la lona y empujaron a Julia hacia el vacío. Abrazada a la secuoya y próxima a la rendición, escuchó “la voz de la luna” recordándole que “sólo las ramas que son rígidas se rompen”. Abandonó entonces el apoyo estable para agarrar la inmadurez y flexibilidad de las verdes ramas más jóvenes que fueron las que, a la postre, resistieron el envate y con ello salvaron la vida de Julia.
Salvar esa tormenta supuso un cambio de actitud. Julia se deshizo del arnés y de los zapatos y se fundió con su entorno alcanzando su apogeo espiritual. No iba a volver a vivir con miedo. Una importante dolencia de origen vírico en los riñones la encaró de manera simbiótica, medicándose con extractos de plantas cercanas suministradas por su equipo. Conocía cada insecto, cada rincón de Luna y esto le permitió encarar con certeza y ventaja psicológica la negociación con los deforestadores que dejaron por entonces de llamarla “eco-terrorista”.
El respeto de los medios
El tiempo fortaleció la imagen activista de Julia y poco a poco fue ganándose el respeto y los apoyos de muchas organizaciones ecologistas y de los medios. El desfile de famosos que subieron al árbol a visitarla fue tan grande como el impacto mediático del desafío.
El 18 de diciembre de 1999 Julia descendió de Luna con las manos verdes del musgo y los pies encallecidos, en medio de una gran ceremonia y entregando esta carta. Culminó con éxito las negociaciones con la maderera quién se comprometió no sólo a respetar a Luna y todos los árboles cercanos en un radio de 60 metros, sino a incluir una política medioambiental en todos sus futuros trabajos.
Hoy en día Julia sigue al frente de un importante grupo ecologista y activista. Ayudó a crear la ONG Circle of Life, participando regularmente en muchos de los Tree-Sit fecundados con su hazaña y desperdigados por todos los rincones del planeta verde. Contó su experiencia en la copa de Luna en el Libro “El legado de Luna” impreso en papel reciclado y bajo el sello de tolerancia ecológica “SmartWood Certified“.
“…Permaneciendo en la unidad, la solidaridad y el amor, sanaremos las heridas en la tierra y en cada uno de nosotros. Podemos marcar la diferencia positiva a través de nuestras acciones…” Julia Butterfly Hill en “El legado de Luna”
En noviembre de 2001 un desaprensivo buscador de reliquias (un infructuoso Mark Chapman) intentó cercenar a Luna y asestó un tajo con motosierra de 35 centímetros de profundidad en su cepa. Desde entonces unas gigantescas grapas consolidan el árbol.
La exitosa empresa de Julia ha ayudado a prestigiar a toda una generación olvidada para el activismo verde tan de moda en los 60’s. La fortaleza física y mental que puede proporcionar el reto de conseguir los propios ideales debe ser ejemplarizante y suficiente para desenmascarar otras actitudes de pancarta y cacerola tan incoherentes como egoístamente confortables.
Julia Butterfly Hill consiguió encontrar el desafío de su vida. ¿Cuál es tu árbol?

http://www.mundonuevo.cl/blog/articulos/la-mujer-que-subio-a-un-arbol-para-evitar-su-tala-y-no-bajo-en-dos-anos/#wpsbw

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